San Juan Eudes
Fundador
Año 1680
San Juan Eudes: no dejes de rogar
cada día
por esas tres clases de personas
que tanto ayudaste durante tu vida de
apostolado:
los seminaristas, los sacerdotes,
y las mujeres en peligro.
Tu oración les puede hacer inmenso
bien.
Este santo compuso una frase que se
ha hecho famosa entre los creyentes. Dice así: "Para ofrecer bien una
Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para
celebrarla y una tercera para dar gracias".
Nació en un pueblecito de Francia,
llamado Ri (en Normandía) en el año 1601. Sus padres no tenían hijos e hicieron
una peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y Dios les concedió este
hijo, y después de él otros cinco.
Ya desde pequeño demostraba gran
piedad, y un día cuando un compañero de la escuela lo golpeó en una mejilla, él
para cumplir el consejo del evangelio, le presentó la otra mejilla.
Estudio en un famoso seminario de
París, llamado El Oratorio, dirigido por un gran personaje de su tiempo, el
cardenal Berulle, que lo estimaba muchísimo.
Al descubrir en Juan Eudes una
impresionante capacidad para predicar misiones populares, el Cardenal Berulle
lo dedicó apenas ordenado sacerdote, a predicar por los pueblos y ciudades.
Predicó 111 misiones, con notabilísimo éxito. Un escritor muy popular de su
tiempo, Monseñor Camus, afirmaba: "Yo he oído a los mejores predicadores
de Italia y Francia y puedo asegurar que ninguno de ellos conmueve tanto a las
multitudes, como este buen padre Juan Eudes".
Las gentes decían de él: "En la
predicación es un león, y en la confesión un cordero".
San Juan Eudes se dio cuenta de que
para poder enfervorizar al pueblo y llevarlo a la santidad era necesario
proveerlo de muy buenos y santos sacerdotes y que para formarlos se necesitaban
seminarios donde los jóvenes recibieran muy esmerada preparación. Por eso se
propuso fundar seminarios en los cuales los futuros sacerdotes fueran
esmeradamente preparados para su sagrado ministerio. En Francia, su patria,
fundó cinco seminarios que contribuyeron enormemente al resurgimiento religioso
de la nación.
Con los mejores sacerdotes que lo
acompañaban en su apostolado fundó la Congregación de Jesús y María, o padres
Eudistas, comunidad religiosa que ha hecho inmenso bien en el mundo y se dedica
a dirigir seminarios y a la predicación.
En sus misiones lograba el padre que
muchas mujeres se arrepintieran de su vida de pecado, pero desafortunadamente
las ocasiones las volvían a llevar otra vez al mal. Una vez una sencilla mujer,
Magdalena Lamy, que había dado albergue a varias de esas convertidas, le dijo
al santo al final de una misión: "Usted se vuelve ahora a su vida de
oración, y estas pobres mujeres se volverán a su vida de pecado; es necesario que
les consiga casas donde se puedan refugiar y librarse de quienes quieren
destrozar su virtud". El santo aceptó este consejo y fundó la Comunidad de
las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio para encargarse de las jóvenes en
peligro. De esta asociación saldrá mucho después la Comunidad de religiosas del
Buen Pastor que tienen ahora en el mundo 585 casas con 7,700 religiosas,
dedicadas a atender a las jóvenes en peligro y rehabilitar a las que ya han
caído.
Este santo propagó por todo su país
dos nuevas devociones que llegaron a ser sumamente populares: La devoción al
Corazón de Jesús y la devoción al Corazón de María. Y escribió un hermoso libro
titulado: "El Admirable Corazón de la Madre de Dios", para explicar
el amor que María ha tenido por Dios y por nosotros. Él compuso también un
oficio litúrgico en honor del corazón de María, y en sus congregaciones
celebraba cada año la fiesta del Inmaculado Corazón.
Otro de sus Libros se titula:
"La devoción al Corazón de Jesús". Por eso el Papa San Pío X llamaba
a San Juan Eudes: "El apóstol de la devoción a los Sagrados
Corazones".
Redactó también dos libros que han
hecho mucho bien a los sacerdotes: "El buen Confesor", y "El
predicador apostólico".
Murió el 19 de agosto de 1680. Su
gran deseo era que de su vida y de su comportamiento se pudiera repetir siempre
lo que decía Jesús: "Mi Padre celestial me ama, porque yo hago siempre lo
que a Él le agrada".
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