Nació en Rivera de Fresno, en
Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando sus padres
murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como
pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a
trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.
Llegó primero a Cartagena y de ahí
decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito,
para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida.
Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la
capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa.
Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en
Lima.
Repartió todo lo que tenía entre los
pobres y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores como hermano lego en
el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde había sido admitido. El
23 de enero de 1622 tomó los hábitos.
Su vida en el convento estuvo marcada
por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Por las austeridades a las
que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido
en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de su
santificación. El portón del monasterio era el centro de reunión de los
mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando
consuelo. El propio Virrey y la nobleza de Lima acudían a él en busca de
consejos.
Andaba por la ciudad en busca de
limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a saciar el hambre de
pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones en favor
de la vida cristiana y el amor a Dios.
Murió el 16 de setiembre de 1645 y
fue canonizado el 28 de setiembre de 1975 por Pablo VI.
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