San
Estanislao
Obispo y
mártir
(año 1079)
Es un santo
muy estimado y honrado en Polonia, su patria.
Nació cerca
de Cracovia, en el año 1030. Sus padres llevaban treinta años de casados sin
lograr tener hijos y consideraron el nacimiento de Estanislao como un verdadero
regalo de Dios. Lo educaron lo más piadosamente que pudieron.
Estudió en
Polonia y en París y ordenado sacerdote por el obispo de Cracovia (que es la
segunda ciudad de Polonia) fue nombrado Párroco de la catedral. Se distinguió
por su gran elocuencia, por los impresionantes ejemplos de vida santa que
brindaba a todos con su buen comportamiento y por la reforma de costumbres que
lograba conseguir con sus predicaciones y con su dirección espiritual.
El señor
obispo deseaba que Estanislao fuera su sucesor, pero él no aceptaba ser obispo
porque se creía indigno de tan alta dignidad. Sin embargo al morir el prelado,
el pueblo lo aclamó como el más digno para ejercer el obispado, el cual ejerció
por siete años, desde el año 1072, hasta el años de su muerte, en 1079.
Era muy
estricto en exigir a cada sacerdote el cumplimento exacto de sus deberes
sacerdotales. Visitaba cada año a todas las parroquias y dedicaba mucho tiempo
a la predicación y a la instrucción del pueblo. Su palacio episcopal vivía
lleno de pobres, porque jamás negaba ayudas a los necesitados. Tenía la lista de
las familias que estaban pasando por situaciones económicas más penosas, para
enviarles sus generosas ayudas.
El rey de
Polonia Boleslao, era un valiente guerrero pero se dejaba dominar demasiado por
sus pasiones. Al principio se entendía muy bien con el obispo Estanislao, pero
luego empezó a cometer faltas muy graves que escandalizaban y daban muy mal
ejemplo al pueblo y entonces el obispo tuvo que intervenir fuertemente. San
Estanislao recordaba muy bien aquel mandato de San Pablo "Es necesario
reprender, aconsejar y hasta amenazar, con toda paciencia y doctrina, porque
llega el tiempo en que los hombres arrastrados por sus propias pasiones ya no
quieren oír las doctrinas verdaderas, sino las falsedades" (2 Tim. 4,2).
Este santo
obispo era de carácter amable y humilde, pacífico y amigo de arreglar todos los
asuntos por las buenas. Trataba de ser severo consigo mismo pero totalmente
comprensivo con los demás. Era un alma que jamás demostraba orgullo y ponía
gran cuidado para no dejarse dominar por la ira. Siempre estaba en disposición
para ayudar a los necesitados. Pero conocía muy bien la famosa frase del
profeta Isaías: "Ay de los jefes espirituales que sean como perros mudos
que no ladran cuando llegan los ladrones a robar en el campo del Señor". Y
él no quería ser perro mudo que se queda sin dar la voz de alerta ante los
enemigos y los peligros.
Varias veces
había corregido a Boleslao cuando éste cometía crueldades o injusticias y el
rey había mostrado cierto arrepentimiento y deseos de corregirse. Pero de
pronto la medida de sus maldades rebosó cuando Boleslao se robó una mujer
casada para llevársela como concubina a su palacio. Las gentes se
escandalizaron. Ninguno de los altos empleados se atrevía a corregir al rey
escandaloso. Y pidieron al obispo que se arriesgara a llamarle la atención al
terrible monarca.
Estanislao
se presentó valerosamente ante el rey le echó en cara el pecado tan escandaloso
que estaba cometiendo, y el pésimo ejemplo que estaba dando a todo ese pueblo
tan católico. Boleslao se hizo el sordo y no le quiso hacer caso y entonces el
obispo con toda la autoridad de su cargo lo amenazó con terribles castigos si
no se arrepentía de su pecado impuro y no dejaba aquella mala amistad.
Boleslao
creyó que el obispo no iba a proceder tan fuertemente, y se atrevió a asistir a
una misa en la catedral. Pero Estanislao mandó suspender la misa porque no
aceptaba que un pecador tan rebelde y escandaloso estuviera allí dando mal
ejemplo a todos. Entonces estalló ferozmente la ira del sanguinario rey.
Boleslao se
propuso vengarse y un 11 de abril mientras San Estanislao estaba celebrando la
Santa Misa, mandó el furibundo rey a sus soldados a que lo mataran allí mismo
en el altar. Los soldados volvieron al atrio diciéndole que no se habían
atrevido a tocar a aquel hombre de Dios que aparecía rodeado de resplandores.
Entonces el mismo Boleslao subió al altar y con sus propias manos asesinó al
santo obispo el 11 de abril del año 1079. Fue un crimen que nunca pudo olvidar
y que lo atormentó día y noche durante todo el resto de su vida.
El rey hizo
que el cadáver del santo quedara en el campo sin sepultar, para que lo
devoraran los cuervos. Pero entonces aparecieron dos águilas que no dejaron que
ningún gallinazo se acercara al cuerpo del difunto. Hasta que llegaron unos
devotos fervorosos y le dieron santa sepultura, en la capilla de San Miguel.
Desde
entonces las cosas comenzaron a suceder cada día más de mal en peor para el rey
Boleslao que tuvo que llorar muy amargamente el crimen tan espantoso que
cometió. El pueblo empezó a venerar como a un gran santo a Estanislao, y el
Papa Inocencio lo canonizó, o sea lo declaró santo en el año 1253.
San
Estanislao, pídele a Dios que haya muchos obispos y sacerdotes que como tú a
imitación de San Juan Bautista que se atrevió a enfrentársele al rey Herodes y
decirle: "No te es permitido vivir con una mujer que no es tu
esposa", y no dejó de decírselo aunque esto le llevó a ser asesinado por
orden de tan malvado rey, que así también en este tiempo siempre haya muchos
valerosos sacerdotes y obispos que se atrevan a oponerse a los que dan
escándalo y mal ejemplo, aunque esto los lleve a ser perseguidos y sufrir
martirios.
Y a los que
se atreven a atacar a los enviados de Dios, que no olviden las palabras del
libro Santo: "No toquéis a mis ungidos. No hagáis daño a los que Yo envío
para comunicar mis mensajes (Salmo 105). Porque el que ataca a uno de mis
enviados, es como si me hiriera a Mí en la pupila de mis ojos, dice el
Señor".
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