San Arsenio
monje
Año 450
Arsenio
significa: fuerte, valeroso, valiente.
San Arsenio fue uno de los monjes más
famosos de la antigüedad. Sus dichos o refranes fueron enormemente estimados.
Las gentes hacían viajes de semanas y meses con tal de ir a consultarle y oír
sus consejos.
Cuando el emperador Teodosio, el
Grande buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le
recomendó a Arsenio, que era un senador sumamente sabio y muy práctico en los
consejos que sabia dar. Y así durante diez años tuvo que estarse en el palacio
imperial tratando de educar a los dos hijos del emperador, Arcadio y Honorio.
Pero se dio cuenta de que el uno era demasiado atrevido y el otro demasiado
apocado, y desilusionado de ese fracaso como educador de los dos futuros
emperadores dispuso dedicarse a otra labor que le fuera de mayor utilidad para
su santificación y salvación.
Y estando un día orando, en medio de
una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que
debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártese del
trato con la gente, y váyase a la soledad". Entonces dispuso irse al
desierto a orar y a hacer penitencia con los demás monjes de esa soledad.
Cuando llegó al monasterio del
desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como
senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas
pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y
mortificación. El superior lo recibió fríamente, y al llegar al comedor, no lo
hizo sentar a la mesa sino que lo dejó de pie, junto a su mesa. Luego en vez de
pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada de pan al piso, y le dijo
secamente: "Si quiere comer algo, recoja eso". Arsenio se inclinó
humildemente, recogió la tajada de pan y se sentó en el suelo a comer. El
superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo
suficientemente humilde como para ser recibido como monje y lo aceptó en el
monasterio, diciendo a los demás religiosos: "Este será un buen
hermano".
Arsenio había pasado toda su vida en
el alto gobierno y en lujosos palacios, tratando con gente de mundo, y
conservaba algunas costumbres mundanas que los otros monjes no hallaban como
corregírselas, porque le tenían mucho respeto. Entonces dispusieron irlo
corrigiendo indirectamente, y poco a poco. Así por ejemplo, él acostumbraba
montar la pierna, mientras estaba rezando en la capilla. Y los demás para
quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven que mientras rezaban
tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la atención por eso. Y así
lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa actitud. Arsenio entendió
muy bien la lección y se corrigió.
San Arsenio se hizo famoso por sus
penitencias extraordinarias. Un día llegó un alto empleado del imperio a
llevarle un documento en el cual se le comunicaba que un senador riquísimo le
dejaba en herencia todas sus grandes riquezas, y que se fuera a reclamarlas. El
santo exclamó: "Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis
ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas que me impidan adquirir las
riquezas del cielo". Y renunció a todo esto en favor de los pobres.
Con frecuencia pasaba toda la noche
en oración. Los sábados al anochecer empezaba a rezar de rodillas con los
brazos en cruz y permanecía así hasta que caía por el suelo desmayado. Tenía 40
años cuando abandonó el palacio imperial donde tenía todas las comodidades,
para irse a un tremendo desierto, donde todo faltaba. Desde los 40 años hasta
los 95 años estuvo orando, ayunando y haciendo penitencias en el desierto, por
la conversión de los pecadores, la extensión de la religión y el perdón de sus
propios pecados.
Como hombre de mundo y de política
que había sido, sentía una gran inclinación a tratar con la gente y a charlar
con los demás, y en cambio hacía todo lo posible por retirarse del trato con
todos, y vivir en la más completa soledad. Cuando un día el superior le llamó
la atención porque no se prestaba a quedarse a charlar con las numerosísimas
personas que iban a consultarle, le respondió: "Dios sabe que los quiero
con toda mi alma y que gozo inmensamente charlando con ellos, pero como
penitencia tengo que abstenerme lo más posible de las charlatanerías. El Señor
me ha dicho que si quiero santificarme tengo que hacer la mortificación de
apartarme del trato con las gentes". En verdad que a cada persona la lleva
Dios a la santidad por caminos diversos. A unos los hace santos haciendo que se
dediquen totalmente a tratar con los demás para salvarlos, y a otros les ha
pedido que con el sacrificio de no tratar tanto con la gente, le ganen también
almas para el cielo.
Por muchos siglos han sido
enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba
decir a las gentes. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar
sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas. Recordemos algunos
de sus dichos:
"Muchas veces he tenido que
arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado
silencio". "Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios,
porque soy un pecador".
El religioso debe preguntarse
frecuentemente: "¿Para qué abandoné el mundo y me hice religioso? y responderse:
Me hice religioso porque quiero santificarme y salvar mi alma. Si esto no lo
consigo, he perdido totalmente mi tiempo" (Esta frase ha conmovido a
muchos santos. Por ej. San Bernardo la tenía escrita así en su habitación:
"Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa? - Quiero salvar mi alma y
santificarme").
San Arsenio pedía consejos
espirituales a monjes que eran muchísimo más ignorantes que él. Le preguntaron
por qué lo hacía y respondió: "Yo sé idiomas, literatura, filosofía y
política, pero en lo espiritual soy un analfabeta. En cambio estos religiosos
que no hicieron estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad y
de ello saben mucho más que yo".
Un religioso le preguntó por qué los
sabios del mundo que conocen tantas ciencas y han leído muchos libros son tan
ignorantes en lo que se refiere a la santidad, y en cambio tanta gentecita
ignorante progresa tan admirablemente en lo espiritual, y el santo respondió:
"Es que la ciencia infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso
Dios no hace obras de arte en santidad. En cambio los humildes conocen su
debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y ponen toda su confianza en
Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación Nuestro Señor".
Arsenio era muy conocido por su presencia
venerable. Alto, flaco, bien parecido, con una barba larguísima y muy blanca,
su hermosa figura descollaba majestuosamente entre los demás monjes. Y su
santidad superaba a la de los demás compañeros. Las gentes lo veneraban
inmesamente y sus consejos han sido apreciados por muchos siglos. Que Arsenio
ruegue por nosotros y nos consiga una santidad como la suya.
De toda palabra indebida que diga una
persona, tendrá que rendir cuentas el día del juicio. (Jesucristo, Mt. 12,36).
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