San Pío V
Sumo
Pontífice
(1572)
Es
interesante el mensaje que el Pontífice envió felicitando
a los
ejércitos vencedores. Dice así:
"No
fueron las técnicas, no fueron las armas,
las que nos
consiguieron la victoria.
Fue la
intercesión de la Santísima
Virgen María,
Madre de Dios".
Icono de Santa Catalina de SienaOracion
En este
tiempo de tanta proliferación de protestantismo por todas partes, que este
valiente defensor de la Iglesia ruegue por nosotros.
"Si tu
haces algo por la Virgen María, la Virgen hará mucho por ti"
Historia
Pío
significa: el piadoso que cumple bien sus deberes con Dios. Se llama Quinto,
porque antes de él hubo otros cuatro Pontífices que llevaron el nombre de Pío.
Nació en un
pueblo llamado Bosco, en Italia, en 1504. Sus padres eran muy piadosos pero muy
pobres. Aunque era un niño muy inteligente, sin embargo hasta los 14 años tuvo
que dedicarse a cuidad ovejas en el campo, porque los papás no tenían con qué
costearle estudios. Pero la vida retirada en la soledad del campo le sirvió
mucho para dedicarse a la piedad y a la meditación, y la gran pobreza de la
familia le fue muy útil para adquirir gran fortaleza para soportar los
sufrimientos de la vida. Más tarde será también Pastor de toda la Iglesia.
Una familia
rica notó que su hijo Antonio se comportaba mejor desde que era amigo de
nuestro santo, y entonces dispuso costearle los estudios para que acompañaran a
Antonio y le ayudara a ser mejor. Y así pudo ir a estudiar con los Padres
Dominicos y llegar a ser religiosos de esa comunidad. Nunca olvidará el futuro
Pontífice este gran favor de tan generosa familia. En la comunidad le fueron
dando cargos de muchos importancia: Maestro de novicios, Superior de varios
conventos. Y muy pronto el Sumo Padre, el Papa, lo nombró obispo. Tenía
especiales cualidades para gobernar.
Como el
protestantismo estaba invadiendo todas las regiones y amenazaba con quitarle la
verdadera fe a muchísimos católicos, el Papa nombró a nuestro santo como
encargado de la asociación que en Italia defendía a la verdadera religión. Y
él, viajando casi siempre a pie y con gran pobreza, fue visitando pueblos y
ciudades, previniendo a los católicos contra los errores de los evangélicos y
luteranos, y oponiéndose fuertemente a todos los que querían atacar nuestra
religión. Muchas veces estuvo en peligro de ser asesinado, pero nunca se dejaba
vencer por el temor. Con los de buena voluntad era sumamente bondadoso y
generoso, pero para con los herejes demostraba su gran ciencia y sus dotes
oratorias y los iba confundiendo y alejando, en los sitios a donde llegaba.
El Papa,
para premiarles sus valiosos servicios y para tenerlo cerca de él como
colaborador en Roma, lo nombró Cardenal y encargado de dirigir toda la lucha en
la Iglesia Católica en defensa de la fe y contra los errores de los
protestantes.
Al morir el
Papa Pío IV, San Carlos Borromeo les dijo a los demás cardenales que el
candidato más apropiados para ser elegido Papa era este santo cardenal. Y lo eligieron
y tomó el nombre de Pío Quinto. Antes se llamaba Antonio Chislieri.
Antes se
acostumbraba que al posesionarse del cargo un nuevo Pontífice, se diera un gran
banquete a los embajadores y a los jefes políticos y militares de Roma. Pío
Quinto ordenó que todo lo que se iba a gastar en ese banquete, se empleará en
darles ayudas a los pobres y en llevar remedios para los enfermos más
necesitados de los hospitales.
Cuando
recién posesionado, iba en procesión por Roma, vio en una calle al antiguo
amigo Antonio, aquel cuyos papás le habían costeado a él los estudios y lo
llamó y lo nombró gobernador del Castillo Santángelo, que era el cuartel del
Papa. La gente se admiró al saber que el nuevo Pontífice había sido un niño muy
pobre y comentaban que había llegado al más alto cargo en la Iglesia, siendo de
una de las familias más pobres del país.
Pío Quinto
parecía un verdadero monje en su modo de vivir, de rezar y de mortificarse.
Comía muy poco. Pasaba muchas horas rezando. Tenía tres devociones preferidas
La Eucaristía (celebraba la Misa con gran fervor y pasaba largos ratos de
rodillas ante el Santo Sacramento) El Rosario, que recomendaba a todos los que
podía.Icono de Santa Catalina de Siena Y la Santísima Virgen por la cual sentía
una gran devoción y mucha confianza y de quién obtuvo maravillosos favores.
Las gentes
comentaban admiradas: - Este sí que era el Papa que la gente necesitaba".
Lo primero que ordenó fue que todo obispo y que todo párroco debía vivir en el
sitio para donde habían sido nombrados (Porque había la dañosa costumbre de que
se iban a vivir a las ciudades y descuidaban la diócesis o la parroquia para la
cual los habían nombrado). Prohibió la pornografía. Hizo perseguir y poner
presos a los centenares de bandoleros que atracaban a la gente en los
alrededores de Roma. Visitaba frecuentemente hospitales y casas de pobres para
ayudar a los necesitados. Puso tal orden en Roma que los enemigos le decían que
él quería convertir a Roma en un monasterio, pero los amigos proclamaban que en
300 años no había habido un Papa tan santo como él. Las gentes obedecían sus
leyes porque le profesaban una gran veneración.
En las
procesiones con el Santísimo Sacramento los fieles se admiraban al verlo llevar
la custodia, con los ojos fijos en la Santa Hostia, y recorriendo a pie las
calles de Roma con gran piedad y devoción. Parecía estar viendo a Nuestro
Señor.
Publicó un
Nuevo Misal y una nueva edición de La Liturgia de Las Horas, o sea los 150
Salmos que los sacerdotes deben rezar. Publicó también un Catecismo Universal.
Dio gran importancia a la enseñanza de las doctrinas de Santo Tomás de Aquino
en los seminarios, porque por no haber aprendido esas enseñanzas muchos
sacerdotes se habían vuelto protestantes.
Aunque era
flaco, calvo, de barba muy blanca y bastante pálido las gentes comentaban:
"El Papa tiene energías para diez años y planes de reformas para mil años
más".
Los
mahometanos amenazaban con invadir a toda Europa y acabar con la Religión
Católica. Venían desde Turquía destruyendo a sangre y fuego todas las
poblaciones católicas que encontraban. Y anunciaron que convertirían la
Basílica de San Pedro en pesebrera para sus caballos. Ningún rey se atrevía a
salir a combatirlos.
Pío Quinto
con la energía y el valor que el caracterizaban, impulsó y buscó insistentemente
la ayuda de los jefes más importantes de Europa. Por su cuenta organizó una
gran armada con barcos dotados de lo mejor que en aquel tiempo se podía desear
para una batalla. Obtuvo que la república de Venecia le enviara todos sus
barcos de guerra y que el rey de España Felipe II le colaborar con todas sus
naves de combate. Y así organizó una gran flota para ir a detener a los turcos
que venían a tratar de destruir la religión de Cristo. Y con su bendición los
envió a combatir en defensa de la religión.
Puso como
condición para estar seguros de obtener de Dios la victoria, que todos los
combatientes deberían ir bien confesados y habiendo comulgado. Hizo llegar una
gran cantidad de frailes capuchinos, franciscanos y dominicos para confesar a
los marineros y antes de zarpar, todos oyeron misa y comulgaron. Mientras ellos
iban a combatir en las aguas del mar, el Papa y las gentes piadosas de Roma
recorrían las calles, descalzos, rezando el rosario para pedir la victoria.
Los
mahometanos los esperaban en el mar lejano con 60 barcos grandes de guerra, 220
barcos medianos, 750 cañones, 34,000 soldados especializados, 13,000 marineros
y 43,000 esclavos que iban remando. El ejército del Papa estaba dirigido por
don Juan de Austria (hermano del rey de España). Los católicos eran muy
inferiores en número a los mahometanos. Los dos ejércitos se encontraron en el
golfo de Lepanto, cerca de Grecia.
El Papa Pío
Quinto oraba por largos ratos con los brazos en cruz, pidiendo a Dios la
victoria de los cristianos. Los jefes de la armada católica hicieron que todos
sus soldados rezaran el rosario antes de empezar la batalla. Era el 7 de
octubre de 1571 a mediodía. Todos combatían con admirable valor, pero el viento
soplaba en dirección contraria a las naves católicas y por eso había que
emplear muchas fuerzas remando. Y he aquí que de un momento a otro,
misteriosamente el viento cambió de dirección y entonces los católicos,
soltando los remos se lanzaron todos al ataque. Uno de esos soldados católicos
era Miguel de Cervantes. El que escribió El Quijote.
Don Juan de
Austria con los suyos atacó la nave capitana de los mahometanos donde estaba su
supremo Almirante, Alí, le dieron muerte a éste e inmediatamente los demás
empezaron a retroceder espantados. En pocas horas, quedaron prisioneros 10,000
mahometanos. De sus barcos fueron hundidos 111 y 117 quedaron en poder de los
vencedores. 12,000 esclavos que estaban remando en poder de los turcos quedaron
libres.
En aquel
tiempo las noticias duraban mucho en llegar y Lepanto quedaba muy lejos de
Roma. Pero Pío Quinto que estaba tratando asuntos con unos cardenales, de
pronto se asomó a la ventana, miró hacia el cielo, y les dijo emocionado:
"Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la Virgen Santísima, porque hemos
conseguido la victoria". Varios días después llegó desde el lejano Golfo
de Lepanto, la noticia del enorme triunfo. El Papa en acción de gracias mandó
que cada año se celebre el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario
y que en las letanías se colocara esta oración "María, Auxilio de los
cristianos, ruega por nosotros" (propagador del título de Auxiliadora fue
este Pontífice nacido en un pueblecito llamado Bosco. Más tarde un sacerdote
llamado San Juan Bosco, será el propagandista de la devoción a María Auxiliadora).
Pío V murió
el 1 de mayo de 1572 a los 68 años de edad y fue declarado santo por el Papa
Clemente XI en 1712.
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