Este Pontífice se ha hecho
famoso porque le correspondió gobernar a la Iglesia Católica en la época en la
que se acabaron las persecuciones y el emperador Constantino decretó plena
libertad para practicar en todas partes la religión de Jesucristo.
A San Silvestre le regaló
Constantino el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la
residencia de los Pontífices.
También tuvo este Pontífice
la suerte de poder construir (con ayuda del gobierno y de los fieles) la
antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán.
Durante su Pontificado se
reunió el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo
declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no puede pertenecer a
nuestra santa religión, y compusieron el Credo que rezamos los católicos.
Dicen que a San Silvestre le
correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador que se
hizo cristiano (todos los anteriores habían sido paganos).
El Pontificado de San
Silvestre duró 20 años y transcurrió todo en medio de gran tranquilidad y
completa libertad para la Iglesia.
Murió el 31 de diciembre del
año 335, a edad muy avanzada.
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