Santa Anisia era una joven
cristiana, huérfana de padre y madre y dueña de una gran fortuna con la que
beneficiaba generosamente a los más necesitados. En los tiempos del gobernador
Ducisio desató una cruel persecución en Tesalónica y trataba de impedir, especialmente,
que los cristianos llevasen a cabo sus asambleas religiosas. Anisia decidió
asistir a una de estas asambleas, pero en el camino, uno de los guardias del
emperador le cerró el paso y le preguntó a donde se dirigía.
La santa confesó valientemente su fe cristiana provocando la ira del guardia quien la mató inmediatamente. Cuando retornó la paz para la Iglesia, los cristianos de Tesalónica construyeron un oratorio en el lugar donde había sido sacrificada la santa.
La santa confesó valientemente su fe cristiana provocando la ira del guardia quien la mató inmediatamente. Cuando retornó la paz para la Iglesia, los cristianos de Tesalónica construyeron un oratorio en el lugar donde había sido sacrificada la santa.
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