Esta santa reina tuvo el inmenso
honor de conseguir la conversión al catolicismo del fundador de la nación
francesa, el rey Clodoveo, ya que se unió en matrimonio con él. Tuvo tres
hijos, pero uno de ellos murió a los pocos años de vida. La santa oraba y pedía
perseverantemente por la conversión de su esposo, el rey Clodoveo, pues éste
era pagano, y se negaba rotundamente a acceder a la conversión cristiana.
Cuando los alemanes atacaron a
Clodoveo en la batalla de Tolbiac, el rey le pidió al "Dios de su
esposa" que si le concedía la gracia de la victoria, él se convirtiría a
la religión católica. Dios que no desoye ninguna súplica, le concedió el
milagro al rey francés, y de manera inesperada, el ejército del Rey Clodoveo
derrotó a los enemigos. De inmediato, el rey solicitó al obispo San Remigio que
lo instruyera en la religión, y en la Navidad del año 496 fue bautizado
solemnemente con todos los jefes de su gobierno. Gracias a su conversión,
Francia profesa la religión católica.
En el año
511 murió Clodoveo. San Gregorio de Tours señala que la reina Clotilde era
admirada a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza
de su vida y sus largas y fervorosas oraciones. La gente también afirmaba que
la santa parecía más una religiosa que una reina. Después de la muerte de su
esposo sí vivió como una verdadera religiosa; se retiró a Tours y allí consagró
su vida a la oración y socorrer a pobres y enfermos. Cuando murió, sus dos
hijos Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey
Clodoveo.
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