9 de Enero
San Julián
Mártir
Año 304
Jesús en la CruzNació San Julián en la ciudad de
Antioquía (en Siria), de una familia que se preocupó por darle una muy buena
formación religiosa.
Los papás querían que se casara con una joven muy
virtuosa y de familia muy rica, pero Julián tuvo una visión en la cual vio
algunos de los premios que Dios reserva para quienes conservan su virginidad y
narró su visión a la novia. Y entonces los dos, de común acuerdo, hicieron voto
de castidad o sea un juramento de conservarse siempre puros. Los papás creían
que ellos formarían un hogar, pero los novios se habían comprometido a
conservar para siempre su virginidad. Y poco tiempo después murieron los padres
de los dos jóvenes, y entonces Julián y su prometida se fueron cada uno a un
desierto a orar, y a hacer penitencia y cada cual fundó un monasterio. Julián
un monasterio para hombres y ella uno para mujeres.
Muchos hombres deseosos de conseguir la santidad se
fueron a acompañar a Julián en su vida de religioso y lo nombraron superior. El
los dirigió con especial cariño y con gran prudencia. Era el que más duro
trabajaba, el que mayores favores hacía a todos y el más fervoroso en la
oración. Y dedicaba muchas horas a la lectura de libros religiosos y a la
meditación.
Su vida fue una continua Cuaresma, o sea un ayunar y
guardar abstinencia y orar y meditar, todos los días, sin cansarse.
A los súbditos nunca los reprendía con altanería ni
con malos modos o delante de los demás, sino en privado, con frases amables,
comprensivas y animadoras, que les demostraban el gran aprecio y amor que les
tenía, y que llegaban al fondo del alma y obtenían verdaderas conversiones.
Los religiosos decían que Julián era muy exigente y
duro para sí mismo, pero admirablemente comprensivo y amable para con los
demás, y que gobernaba con tal prudencia y caridad a los monjes que éstos se
sentían en aquél desierto más felices que si estuvieran en el más cómodo
convento de la ciudad.
La persecución. Y sucedió que estalló en Antioquía la
persecución contra los cristianos, y el gobernador Marciano ordenó apresar a
Julián y a todos sus monjes. Centenares de cristianos fueron siendo quemados
por proclamar su amor a Jesucristo, y cuando le llegó el turno a nuestro santo,
se produjo el siguiente diálogo entre el perseguidor y Julián:
- Le ordenamos que adore la estatua de nuestro
emperador.
- Yo no adoro sino única y exclusivamente al Dios del
cielo.
- Su Dios y emperador es el Cesar de Roma.
- Mi jefe a quien adoro y obedezco es Nuestro Señor
Jesucristo.
- ¿Cómo se le ocurre creer en uno que fue crucificado?
- Es que el crucificado ya resucitó y está sentado a
la derecha de Dios Padre.
- ¿Te ríes de nuestros dioses y del emperador? Pues
ahora que te atormenten te arrepentirás de haber procedido así.
- Dios ayuda a los que son sus amigos, y Cristo Jesús,
que es muchísimo más importante y poderoso que el emperador, me dará las
fuerzas y el valor para soportar los tormentos.
El perseguidor, viendo que con amenazas no lo
conmueve, se propone cambiar de táctica y ofrecerle a Julián grandes premios si
deja la santa religión.
- Tus padres eran personas muy importantes en esta
ciudad. Si dejas de ser cristiano y adoras a nuestros dioses, te concederemos
puestos de primera clase.
- Mis padres me están observando desde el cielo y se
sienten muy contentos y muy honrados de que yo proclame mi fe en Cristo y
derrame por El mi sangre.
Empiezan a darle a Julián terribles latigazos, con
fuetes que tienen pedacitos de hierro en los extremos, pero uno de los verdugos
al retirar rápidamente el fuete, es herido gravemente en un ojo por la punta de
hierro del látigo. Julián oye el grito de dolor y llamando al verdugo le coloca
sus manos sobre el ojo destrozado y se obtiene inmediatamente la curación.
Los verdugos le cortan la cabeza al santo, pero en ese
momento el joven Celso, hijo del perseguidor Marciano, al ver con qué gran
valentía y alegría ha ido a la muerte este amigo de Cristo, se declara él
también seguidor de Jesús y se hace cristiano. Esta conversión fue considerada
como un verdadero milagro espiritual obtenido por el martirio de Julián.
Y los amigos de Jesús queremos proclamar siempre y en
todas partes nuestra fe, y preferir mil muertes y diez mil tormentos, antes que
dejar nuestra santísima religión por irnos a religiones falsas que ni dan
felicidad en esta vida ni consiguen salvación eterna.
San Julián: pídele a Cristo que nosotros logremos
perseverar fieles a nuestra santa religión hasta la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario