Federico se educó en la
piedad y las ciencias sagradas con los clérigos de la ciudad de Utrecht. Una
vez ordenado sacerdote, recibió del obispo Ricfrido la misión de instruir a los
convertidos. Hacia el año 825 fue a su vez, elegido obispo de Utrecht.
Inmediatamente empezó a establecer la disciplina, envió a san Odulfo y otros
celosos misioneros al norte del país a disipar las tinieblas del paganismo.
Según la tradición, el santo
se vio envuelto en las luchas que enfrentaron a los hijos del emperador contra
su padre, Luis el Piadoso. Los príncipes acusaban a su madrastra, la emperatriz
Judit, de graves inmoralidades. Cualquiera que haya sido la veracidad de tales
acusaciones, el hecho es que san Federico amonestó a la emperatriz con gran
caridad, lo cual no obstó para atraerle la cólera y el resentimiento de Judit.
tnibién se creó enemigos en otros terrenos. Los habitantes de Walcheren, que
eran bárbaros, se habían mostrado muy hostiles al cristianismo. Por ello, san
Federico se reservó para evangelizar él mismo el territorio más peligroso y
difícil de su diócesis, y envió a los misioneros a las regiones del norte.
Entre las inmoralidades que era necesario combatir y que requirieron los
mayores esfuerzos por parte del obispo, figuraban los matrimonios ilícitos
entre parientes próximos y la frecuente separación de los cónyuges (se llegó a
afirmar incluso que la unión de Luis el Piadoso con Judit era incestuosa, pero
seguramente que sólo se trata de una sospecha de los hagiógrafos, dadas las
costumbres de aquellos tiempos).
El 18 de julio de 838, según
cuenta la tradición, san Federico fue apuñalado por dos asesinos cuando daba
gracias al pie del altar, por haber celebrado la misa. Expiró pocos minutos más
tarde, recitando el salmo 114: «Alabaré al Señor en la tierra de los vivos». El
autor de la biografía de San Federico, en el siglo XI, afirma que la emperatriz
Judit pagó a los asesinos, incitada por su esposo, ya que ninguno de los dos
había perdonado al santo obispo la libertad con que reprendió a la soberana.
Guillermo de Malmesbury y otros cronistas repiten la acusación, pero los
autores posteriores, como Baronio y Mabillon, se inclinan a pensar que los
asesinos fueron enviados por los habitantes de Walcheren. Tal opinión es más
verosímil, ya que ninguno de los contemporáneos acusó del crimen a la
emperatriz y, por otra parte, el hecho cuadra mal con la actitud cristiana de
Luis el Piadoso y con el respeto que profesaba a la autoridad episcopal.
San Federico compuso una
oración a la Santísima Trinidad, que se rezó durante mucho tiempo en los Países
Bajos. Una prueba de la fama de santidad de que gozaba, es el poema que su
contemporáneo, Rabano Mauro, consagró a sus virtudes.
La oración a la Trinidad
En las actas que transcriben
los Bolandistas se hace referencia a la oración a la Ssma. Trinidad compuesta
por el santo; sin embargo, los propios estudiosos no están del todo seguros de
cuál es el texto de esa oración. Dan como posible el siguiente:
Aeternus est Pater, aeternus
est Filius, aeternus est Spiritus Sanctus;
distinctio enim in personis, unitas cognoscitur in natura.
Omnipotens Pater, omnipotens Filius , omnipotens et Spiritus Sanctus.
Trinum quidem nomen , sed una virtus, et potentia.
Filius a Patre incomprehensibiliter genitus,
Spiritus Sanctus a Patre et Filio ineffabiliter procedens,
potestas non accidens, sed perpetua et individua manens,
summitas sociabiliter, regnum sine fine, gloria sempiterna,
quae sola creat, sola peccata
dimittit, et caelorum regna concedit. Amen
[una traducción tentativa,
aunque hay alguna que otra expresión difícil de volcar en español:
El Padre es eterno, el Hijo
es eterno, el Espíritu Santo es eterno;
la distinción en las
personas, la unidad es reconocida en la naturaleza.
El Padre es omnipotente, el
Hijo es omnipotente, el Espíritu Santo es omnipotente;
Tres en el nombre, pero una
sola fuerza y poder.
El Hijo es
inaprehensiblemente engendrado desde el Padre,
mientras el Espíritu Santo
inefablemente procede del Padre y del Hijo,
la potestad no disminuye,
sino que permanece perpetua e indivisa,
grandeza comunicada, reino
sin fin, gloria sempiterna,
que sola crea, sola perdona
los pecados, y el reino de los cielos concede. Amén.
Quisiera observar que, aunque
no es imposible (porque la expresión comenzó a circular por Occidente ya en el
siglo V), la época del santo es un poco temprana como para que se use de manera
natural la expresión teológica "procede del Padre y del Hijo", que Roma
adoptó recién en el siglo XI. También puede ser que la oración tal como la
tenemos adoptara más tarde esa formulación, aunque el conjunto de la oración
tuviera en su mayor parte origen en el santo.
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