Gilberto
nació en el seno de una familia de origen normando (su padre, Jocelyn, fue uno
de los caballeros que acompañaron a Inglaterra a Guillermo el conquistador). Su
padre quiso que siguiera la carrera eclesiásticos, quizás porque una deformidad
física lo impediría hacer la militar; fue enviado a Francia para completar sus
estudios de teología, en la Abadía de Mont Saint-Michel y la Universidad de
París, donde se quedó unos años como profesor. Al volver a Inglaterra, hacia
1120, se dedicó a la enseñanza, fundando una escuela para niños y niñas. Entró
al servicio del obispo de Lincoln y recibió las órdenes menores por parte de
Robert Bloet y la ordenación sacerdotal de su sucesor Alexander, que lo nombró
penitenciario de la diócesis.
En 1130 su
padre murió y Gilberto volvió a Sempringham, donde había heredado las fincas
familiares, utilizándolas para su proyecto de fundación de una orden religiosa.
Diversas comunidades, 26 conventos, monasterios y misiones habían sido fundadas
recientemente, con hombres y mujeres laicos viviendo en comunidad. Hacia 1148,
pidió la ayuda de los cistercienses para gestionar y asistir espiritualmente a
estas comunidades, pero los monjes de la abadía de Císter no quisieron ir a
Inglaterra para ayudarlo, ya que no querían que hubiera mujeres en el seno de
la comunidad. Así, Gilberto decidió fundar una orden doble, donde habría
monasterios de religiosas de clausura que seguirían la regla de los
cistercienses y comunidades masculinas de canónigos regulares, que seguirían la
Regla de San Agustín, con el objetivo de llevar la dirección espiritual de la
comunidad femenina. Estas dos comunidades, como comunidad doble, conformaron el
germen de la Orden de los Gilbertinos, cuyos estatutos fueron aprobados por
Eugenio III en 1148 y confirmados por Adriano IV y Alejandro III.
Nuevamente
en Francia durante 1147, Gilberto se encontró, en el capítulo general de
Cîteaux, con el papa Eugenio III y Bernardo de Claraval, con quien hizo amistad
de por vida. A pesar de haber dado apoyo a Tomás Becket en su conflicto con
Enrique II de Inglaterra, fue declarado inocente. No quiso, a pesar de haber
sido elegido, ser arcediano de la catedral de Lincoln ni arzobispo de York:
prefirió entrar como monje en la orden que había fundado, jurando obediencia al
superior, Roger, que había sido discípulo suyo. En una revuelta de los hermanos
legos de su orden, recibió el apoyo del papa Alejandro III.
Murió
anciano y ciego, a los 106 años, en el monasterio de Sempringham. La orden
contaba con trece monasterios, nueve de ellas dúplices y cuatro sólo
masculinos, con 700 religiosos y 1200 religiosas. Cuándo fue suprimido, durante
la disolución de los monasterios ordenada por Enrique VIII de Inglaterra en
1538, la orden tenía 26 monasterios.
Veneración[editar]
Fue incluido
en el catálogo de santos en Anagni para Inocencio III, el 11 de enero de 1202.
Los últimos
monjes gilbertinos, expulsados por Enrique VIII, se refugiaron en Roma,
llevando las reliquias del fundador: Pablo IV les concedió el monasterio de San
Pancrazio di Roccascalegna y años después el último monje llevó los restos del
santo a Altino, donde fue nombrado rector. Al morir éste, el nuevo rector las
llevó a su pueblo, Casoli, donde hoy son veneradas y de donde San Gilberto es
el santo patrón.
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