Lunes
de la Octava de Pascua
Hch 2, 14. 22-33
Sl 15
Mt 28, 8-15
Oración colecta
"Señor Dios, que por medio del
bautismo haces crecer a tu Iglesia, dándole siempre nuevos hijos, concede a
cuantos han renacido en la fuente bautismal vivir siempre de acuerdo con la fe
que profesaron. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén."
Por medio del Bautismo, el Señor hace
crecer a su Iglesia, dándole siempre nuevos hijos. Este es un día en que le pedimos que nos
conceda a cuantos hemos renacido en la fuente bautismal, vivir siempre de
acuerdo con la fe que profesamos.
Es también el día en que el Señor,
después de su Resurrección se manifiesta a las mujeres, que al verlo se asieron
de sus pies y le adoraron.
De la Homilía de Melitón de Sardes,
obispo, Sobre la Pascua
Encomio de Cristo
Entendedlo, queridos hermanos: el
misterio pascual es algo a la vez nuevo y antiguo, eterno y temporal,
corruptible e incorruptible, mortal e inmortal.
Antiguo según la ley, pero nuevo
según la Palabra encarnada; temporal en la figura, eterno en la gracia;
corruptible en cuanto a la inmolación del cordero, incorruptible en la vida del
Señor; mortal por su sepultura bajo tierra, inmortal por su resurrección de
entre los muertos.
La ley, en efecto, es antigua, pero
la Palabra es nueva; la figura es temporal, la gracia es eterna; el cordero es
corruptible, pero incorruptible es el Señor, que fue inmolado como un cordero y
resucitó como Dios.
Dice la Escritura: Era como cordero
llevado al matadero, y sin embargo no era ningún cordero; era como oveja muda,
y sin embargo no era ninguna oveja. La figura ha pasado y ha llegado la
realidad: en lugar del cordero está Dios, y en lugar de la oveja está un
hombre, y en este hombre está Cristo, que lo abarca todo,
Por tanto, la inmolación del cordero,
la celebración de la Pascua y el texto de la ley tenían como objetivo final a
Cristo Jesús pues todo cuanto acontecía en la antigua ley se realizaba en
vistas a él, y mucho más en la nueva ley.
La ley, en efecto, se ha convertido
en Palabra, y de antigua se ha convertido en nueva (y una y otra han salido de
Sión y de Jerusalén); el precepto se ha convertido en gracia, la figura en
realidad, el cordero en el Hijo, la oveja en un hombre, y este hombre en Dios .
El Señor, siendo Dios, se revistió de
naturaleza humana, sufrió por nosotros, que estábamos sujetos al dolor, fue
atado por nosotros, que estábamos cautivos, fue condenado por nosotros, que
éramos culpables, fue sepultado por nosotros, que estábamos bajo el poder del
sepulcro, resucitó de entre los muertos y clamó con voz potente: «¿Quién me
condenará? Que se me acerque. Yo he librado a los que estaban condenados, he
dado la vida a los que estaban muertos, he resucitado a los que estaban en el
sepulcro. ¿Quién pleiteará contra mí? Yo soy Cristo -dice-, el que he destruido
la muerte, el que he triunfado del enemigo, el que he pisoteado el infierno, el
que he atado al fuerte y he arrebatado al hombre hasta lo más alto de los
cielos: yo, que soy el mismo Cristo.
Venid, pues, los hombres de todas las
naciones, que os habéis hecho iguales en el pecado, y recibid el perdón de los
pecados. Yo soy vuestro perdón, yo la Pascua de salvación, yo el cordero
inmolado por vosotros, yo vuestra purificación, yo vuestra vida, yo vuestra
resurrección, yo vuestra luz, yo vuestra salvación, yo vuestro rey. Yo soy
quien os hago subir hasta lo alto de los cielos, yo soy quien os resucitaré y
os mostraré el Padre que está en los cielos, yo soy quien os resucitaré con el
poder de mi diestra. »
Tomado de serviciocatolico.com
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