Viernes
de la Octava de Pascua
Hch 4, 1-12
Sl 117
Jn 21, 1-14
Oración colecta
"Dios todopoderoso y eterno, que
por el misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres, concédenos
realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén."
Por el Misterio pascual, Dios ha
restaurado su alianza con los hombres. Pidámosle que nos conceda realizar en
nuestras vidas todo lo que celebramos en la Fe.
Hoy, que el Señor nos invita a crecer
en nuestra fe, y a echar las redes para pescar.
En el pasaje de la pesca milagrosa, las palabras del Señor Jesús
resuenan en las fibras más profundas del corazón de los Apóstoles, disipando
toda preocupación y temor existente en sus corazones, y permaneciendo con ellos en un fraternal
compartir.
De las Catequesis de Jerusal én
La unción del Espíritu Santo
Bautizados en Cristo y habiéndoos
revestido de Cristo, habéis adquirido una condición semejante a la del Hijo de
Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de hijos suyos, nos hizo
conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por esto, hechos partícipes de Cristo
(que significa Ungido), no sin razón sois llamados ungidos; y refiriéndose a
vosotros dijo el Señor: No toquéis a mis ungidos.
Fuisteis hechos cristos (o ungidos)
cuando recibisteis el signo del Espíritu Santo, todo se realizó en vosotros en
imagen, ya que sois imagen de Cristo. Él, en efecto, al ser bautizado en el río
Jordán, salió del agua, después de haberle comunicado a ella el efluvio
fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él el Espíritu Santo en
persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.
De manera similar vosotros, después
que subisteis de la piscina bautismal, recibisteis el crisma, símbolo del
Espíritu Santo con que fue ungido Cristo. Respecto a lo cual, Isaías, en una
profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor, dice:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha
enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Cristo no fue ungido por los hombres
con aceite o ungüento material, sino que el Padre, al señalarlo como salvador
de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo. Como dice Pedro: Dios ungió a
Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y en los salmos de David hallamos
estas palabras: Tu trono, joh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud
es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor,
tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
El Señor fue ungido con un aceite de
júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu Santo, el cual es llamado aceite de
júbilo porque es el autor del júbilo espiritual; pero vosotros, al ser ungidos
materialmente, habéis sido hechos partícipes de la naturaleza de Cristo.
Por lo demás, no pienses que es éste
un ungüento común y corriente. Pues, del mismo modo que el pan eucarístico,
después de la invocación del Espíritu Santo, no es pan corriente, sino el
cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya
no es un ungüento simple o común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo,
ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Tu
frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta
unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo,
dador de vida.
Tomado de serviciocatolico.com
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