Cirilo de
Alejandría, fue un eclesiástico romano natural de Egipto, Patriarca de
Alejandría desde 412 hasta su muerte.
Sobrino del
poderoso obispo Teófilo, acompañó a su tío al Sínodo de la Encina (403), en el
cual fue depuesto Juan Crisóstomo. Más tarde sucedió a su tío como obispo y
patriarca de la sede alejandrina (412). Muchos se opusieron a su nombramiento,
quizá por su genio impaciente y dominador. Su episcopado se caracterizó por la
presión contra judíos, paganos y otras confesiones cristianas, así como por sus
roces con las autoridades imperiales y su lucha de poder con el Patriarcado de
Constantinopla.
Sus obras
atestiguan un conocimiento extenso, además de la Biblia y de los escritores
eclesiásticos, de los autores no cristianos de su época. Parece ser que durante
un tiempo se retiró al desierto, donde recibió de los monjes educación
ascética, según se deduce de las cuatro cartas que le escribió Isidoro de
Pelusio. Es considerado santo por las Iglesias Católica, Ortodoxa y Copta.
En 1882
Cirilo fue proclamado doctor de la Iglesia por el Papa León XIII, quien al
mismo tiempo atribuyó el mismo título a otro importante exponente de la
patrística griega, san Cirilo de Jerusalén. Esta proclamación se basó en su
firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía demostrada en defensa de la
verdad católica, en particular contra el supuesto error de Nestorio, patriarca
de Constantinopla, por lo que corrió el riesgo de ser desterrado y durante
algunos meses vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros —escribió— por la fe
de Cristo estamos dispuestos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas
las incomodidades de la vida y la misma muerte”.
Vida
El 17 de
octubre del año 412 sucede a su tío en el patriarcado alejandrino. Su
episcopado continuó su feroz lucha de poder entre las sedes de Alejandría y
Constantinopla, pero además se caracterizó por un nuevo aumento de la presión
contra paganos, herejes y judíos (tras la calma de los últimos años de Teófilo)
y sus roces con el poder imperial. Uno de sus primeros actos fue la persecución
de los novacianos (a pesar de la existencia de un edicto imperial de tolerancia
hacia ellos): ordenó cerrar por la fuerza sus iglesias, expulsándolos del país,
y decomisó el patrimonio tanto eclesiástico como privado del obispo novaciano
Teopento.
Cirilo
persiguió también a los mesalianos (del sirio msaliyane = orantes), que ya
habían sido declarados herejes en el sínodo de Side de Panfilia del año 390.
Los mesalianos defendían la creencia que la salvación sólo se puede ganar
gracias a la continua oración.
En 414,
Cirilo instigó una serie de motines antijudíos y expropió casi todas las
sinagogas de la capital egipcia para convertirlas en iglesias cristianas. El
Patriarca hizo comparecer ante sí a los principales líderes judíos, lo cual
suscitó una revuelta nocturna de protesta ante tales actos. En respuesta a este
suceso, una gran muchedumbre, dirigida por Cirilo, asaltó y destruyó la
sinagoga principal y saqueó las propiedades de los judíos. Por último, el
Patriarca desterró a los judíos de Alejandría involucrados en los disturbios,
incluidos mujeres y niños, privados de su hacienda y de alimentación, en un
número de, presuntamente, cien mil o incluso de doscientos mil. El prefecto
Orestes se quejó ante el emperador Teodosio II por estos actos. Inmediatamente
una horda de 500 monjes del desierto de Nitria partió hacia Alejandría para
proteger al Patriarca, ante su inminente deposición. Al ver que el Prefecto
estaba en un carro, los monjes se abalanzaron sobre él y uno de ellos, llamado
Amonio, hirió de un golpe en la cabeza a Orestes. Amonio fue apresado,
torturado y ejecutado. Cirilo rindió al atacante honores de mártir.
En 415 ó 416
una turba de cristianos fanáticos asesinó a la célebre filósofa Hipatia,
maestra del prefecto Orestes. Debido a ello, durante siglos se ha acusado a
Cirilo de ser el principal responsable de la muerte de la filósofa, aunque no
hay certeza sobre su papel en la misma. El autor más cercano a los hechos,
Sócrates Escolástico, indica que la muerte fue causa de oprobio para Cirilo y
la iglesia de Alejandría, lo que sugiere una implicación del patriarca y su
entorno en los hechos.2 La acusación aparece formulada con más claridad en la
obra de Damascio, filósofo pagano del siglo VI que sufrió la persecución del
emperador Justiniano I, y cuyo testimonio sobre Hipatia aparece recogido en la
enciclopedia bizantina Suda.3 El obispo copto del siglo VII Juan de Nikiû
confirma los hechos y justifica la muerte de Hipatia, a la que presenta como
una bruja peligrosa.4 El propio Cirilo reprochó a los alejandrinos su carácter
levantisco y pendenciero en su homilía pascual del año 419. En 422 otra turba asesinó
al sucesor de Orestes como prefecto imperial, Calisto.
Cirilo fue
una figura de relieve por el desarrollo teológico de sus escritos, en especial
por su defensa de la unión entre la divinidad y la humanidad de Jesús, frente a
las tesis de Nestorio, que en el año 428 ascendió a la sede de Constantinopla.
Cirilo aprovechó el error dogmático de Nestorio para deponerlo de su sede.
Participó activamente en el Concilio de Éfeso (431), convocado por el emperador
Teodosio II, y logró que se proclamara a María la Theotokos: [1] Madre de Dios.
Cirilo presidió el Concilio bajo la autoridad el Papa Celestino I.
Cirilo abrió
las sesiones con 154 obispos de su partido sin esperar a que llegaran los
obispos antioquenos, sirviéndose de cuantiosísimos sobornos durante todo el
proceso. Sus regalos fueron tan abrumadores que, de hecho, logró que el
emperador Teodosio II, en principio contrario al patriarca alejandrino,
cambiara de parecer, y acabara por deponer y desterrar a su rival dogmático
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