San Quirino de Tivoli
obispo y mártir
Etimológicamente significa “del dios
Qurinal”. Viene de la lengua latina.
Fue uno de los cinco mártires de los
primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a los
cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales.
Los emperadores pensaban que era una
afrenta contra el imperio y sus muchos dioses protectores.
El Quirino de hoy fue el primero que
recibió el martirio. Su cuerpo lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano,
una vez que lo sacaron del río Tíber, en donde lo habían arrojado.
Pero según César Baronio, está en la
iglesia de san Lorenzo de Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que
se celebra también en este día.
Fue obispo en el año 309 cuando
Diocleciano hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que,
delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como
prescribía el edicto imperial.
Con la fuerza interior que Dios da a
sus amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso en
ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo, pudo
convertir al guardián Marcelo.
Al cabo de los tres días, otro juez
le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe.
Cansado y al mismo tiempo admirado de
su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al
cuello.
Los cristianos recogieron su cuerpo y
le dieron sepultura. Ya en el siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en
un mausoleo, detrás de la basílica de san Sebastián en la Via Apia.
Su nombre se hizo muy popular entre
los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites
¡Felicidades a quien lleve este
nombre
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