22 de junio
San Paulino de Nola
Obispo
Año 431
San Francisco de Sales decía que para
San Paulino existía un octavo sacramento que consistía en ser exquisitamente
amable y bien educado con todos. Ojalá lográramos imitarlo en esta bella
cualidad.
Pocos santos que hayan hecho tantos
esfuerzos por mantenerse ignorados por todos y pasar desapercibidos, como San
Paulino de Nola, y pocos como él que hayan recibido en vida tantas alabanzas de
grandes sabios y santos. San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín y San Gergorio
de Tours hicieron grandes elogios de él y lo presentaron ante los demás como un
modelo de obispo, de apóstol y de verdadero amigo.
Nació San Paulino en Burdeos, Francia,
en el año 353. Su padre era gobernador y su familia sumamente rica. Tuvo como
maestros en su infancia los más famosos literatos de la región y según cuenta
San Jerónimo, cuando Paulino llegó a la juventud dejaba admiradas a las gentes
por la elegancia de sus estilos al hablar y al escribir.
Nombrado para altos puestos en el
gobierno tuvo que viajar por diversos países y en todas partes hizo muy buenas
amistades, porque tenía un trato muy agradable y exquisito. En Milán se hizo
amigo de San Ambrosio y de San Agustín. Y por carta mantuvo muy provechosas
relaciones intelectuales con el gran sabio San Jerónimo.
Al trabar relaciones con San Delfín,
obispo de Burdeos, se entusiasmó por la religión cristiana y se hizo bautizar
como católico.
Luego se fue a vivir a España y allá
se casó con una mujer sumamente piadosa, llamada Teresa, de la cual tuvo un
hijo. Pero el niño se murió a los ocho días de nacido, y entonces Paulina y
Teresa se propusieron vivir en adelante como dos hermanos y repartir sus
enormes riquezas entre los pobres. Así lo hicieron, y pronto fueron vendiendo
fincas y casas y repartiendo el dinero entre los más necesitados.
Y resultó que llevaba una vida tan
santa que en la Navidad del año 393 el pueblo de Barcelona, España, pidió por
aclamación al Sr. Obispo que ordenara de sacerdote a Paulino. El Obispo aceptó
y lo ordenó, aunque estaba casado, pero él y su esposa vivían ya como dos
hermanos nada más.
Paulino y Teresa se fueron a vivir en
Nola (Italia) donde tenían unas posesiones y donde se veneraba con mucha fe la
tumba de San Félix. Allí junto a la tumba del santo construyeron una casita
sencilla y empezaron a vivir como verdaderos monjes, dedicados a la oración y a
la caridad para con los pobres.
Paulino fue a Roma, pero el Papa no
lo recibió muy bien, porque no aceptaba que lo hubieran ordenado sacerdote
siendo casado (El próximo Pontífice ya lo recibiría con mucho cariño porque le
habrán contado lo santamente que vive él en Nola).
Pronto la casa de Paulino en Nola se
convirtió en el sitio preferido para todos los pobres y necesitados de la
región. El y su esposa, que seguían siendo todavía muy ricos, repartían ayudas
con una generosidad extraordinaria. Y con su dinero le construyeron un hermoso
templo a San Félix, que era el santo más popular de allí (Dicen que a San
Paulino fue al que se le ocurrió llamar a las gentes a las reuniones con un
instrumento de metal que retumbara a lo lejos, y como aquella región se llama
Campania, por eso aquel instrumento se llamó "campana").
En el año 409 al morir el obispo de
Nola, todo el pueblo aclamó a Paulino como nuevo obispo, y tuvo que aceptar. En
adelante se dedicará por toda su vida, hasta el año 431, a cuidar de la
santidad de sacerdotes y fieles.
A este santo le agradaban mucho dos
clases de apostolados intelectuales: las cartas y las poesías. Con la más
exquisita gentileza y buena educación se comunicaba por carta con infinidad de
personas. De él se conservan más de 50 cartas, que son modelo de buena
redacción y de muy amable caridad. Y en cuanto a poesías, cada año en la fiesta
de San Félix componía un poema en honor de su santo preferido, y lo hacía
recitar y difundir entre el pueblo. Se conservan 13 de esos poemas, que colocan
a San Paulino como uno de los mejores poetas de su tiempo.
Paulino fue gastando todas sus
inmensas riquezas en ayudar a los más necesitados hasta quedar él totalmente
pobre. Y sucedió que cuando en el año 410 llegaron a Nola los terribles
vándalos del rey Gensérico se llevaron muchos prisioneros y esclavos y entre
ellos al hijo único de una pobre viuda. Entonces nuestro santo se ofreció él
personalmente para reemplazar a aquel joven. Le fue aceptado el canje y dejaron
libre al muchacho.
Pero sucedió que en el viaje, Dios
cambió un poco el corazón de aquellos bárbaros y devolvieron libres al obispo
Paulino y a los demás prisioneros, en un barco hacia Nola, y el barco lo
enviaron cargado de víveres.
Cuando el santo ya estaba moribundo,
vino el ecónomo a avisarle que se debían 40 monedas de unas telas que se habían
comprado para vestidos de los pobres. El santo exclamó mirando al cielo:
"Dios proveerá". Y a los pocos minutos llegó un mensajero trayendo un
envío que hacían para los menesterosos: era un paquetico con 40 monedas de
plata. El obispo juntó las manos y exclamó: "¡Bendito sea Dios que nunca
me falló en nada!".
Murió San Paulino en el año 431 y fue
sepultado en la iglesia de San Félix, pero después de muerto obtuvo tantos
milagros, que llegó a ser más popular que el mismo San Félix, al cual él tanto
había popularizado entre el pueblo.
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