Pelayo
(Albeos, Creciente, España, 911 – Córdoba, 26 de junio de 925) fue un cristiano
martirizado durante el califato de Abderramán III y canonizado posteriormente
por la Iglesia católica, como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil. Su
día en el santoral católico es el 26 de junio.
Martirio y
muerte[editar]
Fue educado
en Tuy por su tío Hermoigio, obispo de Tuy. En 920 acompañaba al obispo y la
corte del rey de León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado
por el califa Abd al-Rahmán III. Tras la derrota en la batalla de
Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres años de
cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo quedó como rehén. Se dice que
Abd al-Rahmán III le requirió contactos sexuales (le prometía riquezas y
honores si renunciaba a la fe cristiana y accedía a las proposiciones del
califa), a los que se negó, lo que provocó su tortura y muerte. Por sus
reiteradas negativas sufrió martirio, que descrito lúgubremente en el santoral
fue por desmembramiento mediante tenazas de hierro. Después fue despedazado y
sus restos echados al Guadalquivir el 26 de junio del año 925.
Sus restos
fueron recogidos piadosamente por los cristianos de Córdoba y enterrados en el
cementerio de San Ginés y su cabeza en el de San Cipriano, siendo considerado
mártir por la fe y la pureza. En el año 967, bajo el reinado de Ramiro III, los
restos mortales de San Pelayo fueron depositados en el monasterio dedicado al
santo en León, fundado por su antecesor el rey Sancho I. Entre 984 y 999 su
cuerpo se trasladó a Oviedo, siendo finalmente depositado en el monasterio de
las monjas benedictinas de San Pelayo de aquella ciudad. Un hueso de uno de sus
brazos se venera desde antiguo en el monasterio de monjas benedictinas de San
Pelayo de Antealtares de Santiago de Compostela.
Su
hagiografía refleja que durante los cuatro años que pasó en Córdoba en calidad
de rehén, sin que el rescate fuera pagado por su tío, el obispo, el muchacho
destacó por su inteligencia y su fe, haciendo proselitismo de Cristo e
insistiendo en que esta actividad fue la que provocó que fuera tentado por
Abderramán III para convertirse al islamismo, lo que él rechazó con vehemencia:
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