Era
italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el
rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el
emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los
arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana
ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es
algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces
al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador
Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no
tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la
gente de esa gran ciudad.
Más de
15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas
encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente
las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les
devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos
herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico
se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad
donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos
que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron
martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los
historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber
hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados
que le servían en el almuerzo.
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