Felipe y Santiago
Apóstoles
San Felipe
El evangelio dice que nació
en Betsaida en Galilea. San Juan cuenta que Jesús lo llamó a pertenecer al
grupo de sus discípulos al día siguiente de haber llamado a San Pedro y San Andrés.
Felipe fue el que llamó a Natanael o Bartolomé y lo llevó a donde Jesús. Cuando
el Señor eligió a los 12 apóstoles, uno de los elegidos fue Felipe. Y el día de
la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús le preguntó a
Felipe: "¿De dónde crees tú que podremos conseguir pan para tanta
gente?". Un día en que unos griegos extranjeros quisieron hablar con el
Divino Maestro le pidieron a Felipe que los llevara hacia El. Y en la Ultima
Cena este fue el apóstol que le dijo a Jesús: "Señor: muéstranos al
Padre", y Jesús le respondió: "Felipe, quien me ve a Mí, ve al
Padre". El día de Pentecostés, Felipe recibió junto con los otros
apóstoles y la Virgen María, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
Los narradores antiguos dicen
que este Apóstol después de Pentecostés se fue a evangelizar a Bitinia, en el
Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor del siglo II afirma que San
Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San Clemente de Alejandría
dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución contra los
cristianos.
Santiago el Menor.
Santiago el menorSe le llama
el Menor para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue
martirizado poco después de la muerte de Cristo).
El evangelio dice que era de
Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro
Señor. Es llamado "el hermano de Jesús", no porque fuera hijo de la
Virgen María, la cual no tuvo sino un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino
porque en la Biblia se le llaman "hermanos" a los que provienen de un
mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y probablemente Santiago era
"primo" de Jesús, hijo de alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S.
Biblia se lee que Abraham llamaba "hermano" a Lot, pero Lot era sobrino
de Abraham. Y se le lee también que Jacob llamaba "hermano" a Laban,
pero Laban era tío de Jacob. Así que el decir que alguno era
"hermano" de Jesús no significa que María tuvo más hijos, sino que
estos llamados "hermanos", eran simplemente familiares: primos, etc.
San Pablo afirma que una de
las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de
los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este
apóstol. (Lo llamaban "el obispo de Jerusalén"). San Pablo cuenta que
él, la primera vez que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a
visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a
Santiago. Cuando San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió
hacia la casa donde se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de
"comunicar a Santiago y a los demás", que había sido liberado y que
se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez
que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo "a visitar a
Santiago, y allí en casa de él se reunieron todos los jefes de la Iglesia de
Jerusalén" (Hech. 21,15). San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas
afirma: "Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas
principales de la Iglesia". (Por todo esto se deduce que era muy venerado
entre los cristianos).
Cuando los apóstoles se
reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos los jefes de
la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a
todos los cristianos (Hechos 15).
Hegesipo, historiador del
siglo II dice: "Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de
que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores.
Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron
callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón
al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por
el pueblo’". Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras
y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de
los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: "Te
rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante
la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor". Y Santiago
se presentó ante el gentío y les dijo: "Jesús es el enviado de Dios para
salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes,
sentado a la derecha de Dios". Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se
llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los judíos
se van a hacer seguidores de Jesús". Y lo llevaron a la parte más alta del
templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe
sino que rezaba de rodillas diciendo: "Padre Dios, te ruego que los
perdones porque no saben lo que hacen".
El historiador judío, Flavio
Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios, por haber
asesinado a Santiago que era considerado el hombre más santo de su tiempo.
Este apóstol redactó uno de
los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se llama
"Carta de Santiago". Es un mensaje hermoso y sumamente práctico.
Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia.
Allí dice frases tan importantes como estas: "Si alguien se imagina ser
persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y su religión es
vana". "Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense
a grandes castigos del cielo". "Si alguno está triste, que rece. Si
alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y
esa oración le aprovechará mucho al enfermo" (de aquí sacó la Iglesia la
costumbre de hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta
de Santiago es esta: "La fe sin obras, está muerta". Es una frase que
les disgusta mucho a los protestantes, porque ellos enseñan todo lo contrario.
Ellos dicen que para salvarse no hacen falta las buenas obras, sino solamente
la fe. Pero el Apóstol Santiago sabía mucho más que ellos, y repite que sin
buenas obras, la fe queda muerta.
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