1 de Junio
San Justino
Martir
Año 165
No fue sacerdote, sino simplemente un
laico, y fue el primer apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe
en defensa de algo. Y Justino escribió varias apologías o defensas del
cristianismo. Sus escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo
era la vida de los cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus
ceremonias religiosas.
El mismo Justino cuenta que él era un
Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de Siquem, capital de Samaria
(ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen
griego, y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en
filosofía, literatura e historia.
Durante algún tiempo se dedicó a
estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la corriente llamada
"estoicismo", pero luego dejó esa religión porque se dio cuenta de
que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.
Un día que paseaba junto al mar,
meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un venerable anciano, el cual
le dijo: - Si quiere saber mucho acerca de Dios, le recomiendo estudiar la
religión cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente y de
manera que el alma queda plenamente satisfecha. El anciano le recomendó que le
pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más acerca de El, y le recomendó
la lectura de la S. Biblia.
Justino se dedicó a leer la S. Biblia
y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no había logrado encontrar en
ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante
el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su
existencia.
El santo cuenta que cuando todavía no
era cristiano, había algo que lo conmovía profundamente y era ver el valor
inmenso con el cual los mártires preferían los más atroces martirios, con tal
de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo hacia pensar: "Estos no
deben ser criminales porque mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto
creen, debe ser un ser muy importante, porque ningún tormento les hace dejar de
creer en El".
Los paganos conocían poco del
cristianismo porque había pocos escritos que defendieran nuestra santa
religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían a ser
cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que el
cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es
una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra
religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al
cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del
Eclesiástico en la S. Biblia: "Tener sabiduría y guardársela para uno
mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad".
Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar Biblia sus
"Apologías" en favor de la religión de Jesucristo.
Ataviado con las vestimentas
características de los filósofos, Justino recorrió varios países y muchas
ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los judíos, tratando
de convencerlos de que el cristianismo es la religión verdadera y la mejor de
todas las religiones.
En Roma tuvo Justino una gran
discusión filosófica con un filósofo cínico llamado Crescencio, en la cual le
logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos (que no respetan las leyes
morales) son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en lo religioso.
Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los argumentos de Justino,
dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la ciudad. Había una ley que
prohibía declararse públicamente como seguidor de Cristo. Y además en el
gobierno había ciertos descontentos porque Justino había dirigido sus
"Apologías" al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio,
exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían que
respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.
En sus famosos libros de Apologías (o
defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese
tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo
son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos
observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un
peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más
pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe
enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera
les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que
existen.
Las actas que se conservan acerca del
martirio de Justino son uno de los documentos más impresionantes que se
conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el alcalde de Roma, y
empieza entre los dos un diálogo emocionante:
Alcalde. ¿Cuál es su especialidad?
¿En qué se ha especializado?
Justino. Durante mis primero treinta
años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero cuando conocí
la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de convencer a otros
de que el cristianismo es la mejor religión.
Alcalde. Loco debe de estar para
seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. Ignorante fui cuando no
conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad
que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa
religión?
Justino. La religión cristiana enseña
que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los cielos y la
tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se
ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que Dios está en
todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a cada uno
según haya sido su conducta.
Alcalde. ¿Y Usted persiste en
declarar públicamente que es cristiano?
Justino. Sí declaro públicamente que
soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los
amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos y todos proclaman que
sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de Cristo.
Alcalde. Y si yo lo mando torturar y
ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree
que se irá al cielo?
Justino. No solamente lo creo, sino
que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus
mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. Por última vez le mando:
acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a
torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino. Ningún cristiano que sea
prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por quemar
incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y
nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el
amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.
Los otros cristianos gritaron que
ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino acababa de decir.
Justino y sus compañeros, cinco
hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego les cortaron la
cabeza.
Y el antiquísimo documento termina
con estas palabras: "Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de
los siete mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera
concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por
los siglos de los siglos. Amen".
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