Santo
Domingo Savio
Estudiante
(1857)
Historia:
Domingo
significa: El que está consagrado al Señor.
Entre los
miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue
Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres
semanas para cumplir sus 15 años.
Santo
Domingo SavioNació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de
1842.
Era el mayor
entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una
sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus
vecinas.
Desde muy
pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando
llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba
allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a
abrir.
El día
anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos
los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de
su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir
antes que pecar".
A los 12
años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera
gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco
para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se
aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de
memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le
dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos
un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se
cumplió admirablemente.
Un día le
dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá
escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a
bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues
hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade
al narrar este hecho: "Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel
sitio no habría llegado a ser santo". Pero la obediencia lo salvó.
Cierto día
dos compañeros se desafiaron a pelear a pedradas. Domingo Savio trató de
apaciguarlos pero no le fue posible. Entonces cuando los dos peleadores estaban
listos para lanzarse las primeras piedras, Domingo se colocó en medio de los
dos con un crucifijo en las manos y les dijo: "Antes de lanzarse las
pedradas digan: <<Jesús murió perdonando a los que lo crucificaron y yo
no quiero perdonar a los que me ofenden>>". Los dos enemigos se
dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea. Por muchos
años recordaban con admiración este modo de obrar de su amiguito santo.
EucaristíaCada
día Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa
Misa después de comulgar se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor.
Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo
encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta
de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de
Jesucristo en la Santa Hostia.
Por tres
años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los
800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan
amable, y tan servicial con todos. El repetía: "Nosotros demostramos la
santidad, estando siempre alegres".
Con los
mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la
Inmaculada" para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a
dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con
los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11
eran de la asociación fundada por Domingo Savio.
En un sueño
- visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el
catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro cardenal
Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo. Otro día supo por
inspiración que debajo de una escalera en una casa lejana se estaba muriendo
una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y
le ayudó a bien morir.
Al corregir
a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se
enrojeció y le dijo: "Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza
que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene
decir". El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.
Un día hubo
un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el
profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El
profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el
profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: "Es que
Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además a
los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque
ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me
castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían". Muchos años
después el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta
fortaleza en un niño de salud tan débil.
La madre de
San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: "Entre tus
alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en
virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y
ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo".
San Juan
Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud
era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron
extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más
amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que
estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir
estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo.
Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría
de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: "el Padrenuestro de
este mes será por mí". Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue.
Cuando Dominguito se despidió de su santo educador que en sólo tres años de
bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo
rodeaban comentaban: "Miren, parece que Don Bosco va a llorar". -
Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y un amigo
suyo: "¡Mirad, cómo lo amaba!".
Domingo
Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y
especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban:
"El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde
Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito
muere de amor, de amor a Dios". Y así fue.
El 9 de
marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º.
De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción
de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a
que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama (la mamacita no se
sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y su fue a llorar a una
habitación cercana). Y a eso de las 9 de la noche exclamó: "Papá, papá,
qué cosas tan hermosas veo" y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.
A los ocho
días su papacito sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy
contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan
Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que están en el cielo. Venía hermosísimo y
lleno de alegría. Y le dijo: "Lo que más me consoló a la hora de la muerte
fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le
recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el
Paraíso".
Hagamos el
propósito de conseguir la hermosa Biografía de Santo Domingo, escrita por San
Juan Bosco. Y hagámosla leer en nuestra familia a jóvenes y mayores. A todos
puede hacer un gran bien esta lectura.
Domingo:
¡Quiero ser como tú!.
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