Carlos de
Foucauld
Carlos de Foucauld (Estrasburgo, 15
de septiembre de 1858-Tamanrasset, 1 de diciembre de 1916), en francés Charles
de Foucauld, fue en su madurez un místico contemplativo, referente
contemporáneo de la llamada «espiritualidad del desierto». Su personalidad
polifacética se manifestó en su carácter de militar en Argelia y de explorador
y geógrafo en Marruecos, y más tarde en su búsqueda espiritual, en su
itinerario trapense por Francia y el Imperio otomano, y en su sacerdocio en el
Sahara argelino, donde transcurrieron los últimos quince años de su vida.
Descendiente de una familia
aristocrática que portaba el título de «vizconde de Foucauld», Carlos quedó
huérfano de padre y madre a los seis años y debió migrar con su abuelo al
desatarse la guerra franco-prusiana. En 1876 ingresó en la Academia de
Oficiales de Saint-Cyr donde llevó una vida militar disipada. Enviado como
oficial en 1880 a Sétif, Argelia, fue despedido al año siguiente por «indisciplina,
acompañada de notoria mala conducta», aunque más tarde fue reincorporado para
participar en la guerra contra el jeque Bouamama. En 1882 se embarcó en la
exploración de Marruecos haciéndose pasar por judío. La calidad de su trabajo
de reconocimiento y registro de los territorios marroquíes le valió la medalla
de oro de la Sociedad de Geografía de París y la adquisición de gran fama tras
la publicación de su libro Reconnaissance au Maroc (1883-1884).
En 1886 se volvió una persona
espiritualmente muy inquieta que reiteraba la oración: «Dios mío, si existes,
haz que yo te conozca», mientras entraba y salía de la iglesia repetidamente.
Su encuentro y confesión con el sacerdote Henri Huvelin el 30 de octubre de
1886 produjo un cambio decisivo en su vida. Para cuando la publicación de su
libro Reconnaissance au Maroc (1883-1884) lo catapultaba a la fama como
«descubridor de mundos», a Foucauld ya no le interesaba nada de eso. En
noviembre de 1888 peregrinó a Tierra Santa tras las huellas de Jesús de Nazaret,
lo que causó un fuerte impacto en él. Entró en la Trapa de Nuestra Señora de
las Nieves en 1890 y pasó varios años en la Trapa de Cheikhlé en el Imperio
otomano, donde puso por escrito muchas de las meditaciones que serían el
corazón de su espiritualidad, incluyendo la reflexión que daría origen a la
célebre Oración de abandono. Entre 1897 y 1900 vivió en Tierra Santa, donde su
búsqueda de un ideal de pobreza, de sacrificio y de penitencia radical lo
condujo cada vez más a llevar una vida eremítica. Ordenado sacerdote en Viviers
el 9 de junio de 1901, decidió radicarse en Béni Abbès, en el Sahara argelino,
donde combatió lo que él denominó la «monstruosidad de la esclavitud». Quiso
establecer una nueva congregación, pero nadie se le unió. Vivió con los bereberes
y desarrolló un estilo de ministerio basado en el ejemplo y no en el discurso.
Para conocer mejor a los tuaregs, estudió su cultura durante más de doce años y
publicó bajo un seudónimo el primer diccionario tuareg-francés. La obra
científica de Foucauld como lexicógrafo es referencial para el conocimiento de
la cultura tuareg.
El 1 de diciembre de 1916, Carlos de
Foucauld fue asesinado por una banda de forajidos en la puerta de su ermita en
el Sahara argelino. Pronto se estableció una verdadera devoción en torno a su
figura: nuevas congregaciones religiosas, familias espirituales y una
renovación del eremitismo y de la «espiritualidad del desierto» en pleno siglo
XX se inspiraron en sus escritos y en su vida. El 13 de noviembre de 2005 fue
proclamado beato durante el papado de Benedicto XVI. Las contribuciones de
Foucauld alcanzan campos tan variados como la geografía y la geología, la
geopolítica, la lexicografía, y el diálogo interreligioso, en tanto que su
conversión, su búsqueda espiritual y su mística del desierto fueron su mayor
legado al cristianismo contemporáneo.
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