Dedicación de la
Basílica de Letrán
Año 324
Basílica
significa: "Casa del Rey".
En la
Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos
que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los
cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.
La primera
Basílica que hubo en la religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración
celebramos en este día. Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba
ese nombre, Letrán. El emperador Constantino, que fue el primer gobernante
romano que concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le
regaló al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San
Silvestro convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.
Esta
basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la
Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: "Madre y Cabeza de
toda las iglesias de la ciudad y del mundo".
Se le llama
Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el
año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó
sangre. En recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.
Se llama
también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas
la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por
los sacerdotes de la parroquia de San Juan.
Durante mil
años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir
a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó
"Palacio de Letrán", fue la residencia de los Pontífices, y allí se
celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo el mundo). En
este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el
gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon,
se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el
Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de
gobernar la Iglesia de esa ciudad.
La Basílica
de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido
destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la
construcción actual es muy hermosa.
San Agustín
recomienda: "Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en
aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu
Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios
que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra
alma".
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