San Ignacio de Antioquía
Mártir
Año 107
Ignacio
significa: "lleno de fuego" (Ingeus: fuego).
Nuestro
santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.
Antioquía
era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa
ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría)
fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse "cristianos".
De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era
llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran
a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque
deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.
Dicen que
fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo
ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para
los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.
Mandó el
emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos
dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso
y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo.
¿Por qué te
niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?
No me llames
malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de
sí.
¿Y por qué
no aceptas a mis dioses?
Porque ellos
no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a
su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.
El emperador
ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para
diversión del pueblo.
Encadenado
fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y
penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han
hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En una de
esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos;
que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba
él, con más furia lo atormentaban.
El barco se
detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos
los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas
enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante
hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.
Con los que
se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos
de Roma diciéndoles: "Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras
no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser
devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle
a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno
de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan
sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi
cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor
Jesús". ¡Admirable ejemplo!.
Al llegar a
Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le
ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo
martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por
la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día
siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el
pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran
personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras.
Era el año 107.
Ante el
inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida
fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y
devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así
consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a
Jesucristo.
Algunos
escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio
de los apóstoles para decirles: "Quien no se haga como un niño no puede
entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36).
San Ignacio
dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en
llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: universal).
No hay comentarios:
Publicar un comentario