San Juan
Damasceno
Obispo y
Doctor de la Iglesia
Año 749
Se le llama "Damasceno",
porque era de la ciudad de Damasco (en Siria).
Su fama se debe principalmente a que
él fue el primero que escribió defendiendo la veneración de las imágenes.
Era hijo de un alto empleado del
Califa de Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de
Hacienda en esa capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió
entre los pobres y se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de
Jerusalén, y allí se dedicó por completo a leer y escribir.
Juan se dio cuenta de que Dios le
había concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y
especialmente para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de
manera que la gente sencilla los pudiera entender.
Al principio sus compañeros del
monasterio se escandalizaban de que Juan se dedicara a escurrir versos y
libros, porque ese oficio no se había acostumbrado en aquella comunidad. Pero
de pronto cambiaron de opinión y le dieron plena libertad de escribir (dice la
tradición que este cambio se debió a que el superior del monasterio oyó en
sueños que Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para que
escribiera).
En aquel tiempo un emperador de
Constantinopla, León el Isaúrico, dispuso prohibir el culto a las imágenes,
metiéndose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y
demostrando una gran ignorancia en religión, como se lo probó en carta famosa
el Papa Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos
San Juan Damasceno. Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían
al emperador (Siria era de los Califas mahometanos), podía escribir libremente
sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños
escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el
imperio.
El iconoclasta León el Isaúrico,
decía que los católicos adoran las imágenes (se llama iconoclasta al que
destruye imágenes). San Juan Damasceno le respondió que nosotros no adoramos
imágenes, sino que las veneramos, lo cual es totalmente distinto. Adorar es
creer que una imagen en un Dios que puede hacernos milagros. Eso sí es pecado
de idolatría. Pero venerar es rendirle culto a una imagen porque ella nos
recuerda un personaje que amamos mucho, por ej. Jesucristo, la Sma. Virgen o un
santo. Los católicos no adoramos imágenes (no creemos que ellas son dioses o
que nos van a hacer milagros. Son sólo yeso o papel o madera, etc.) pero sí las
veneramos, porque al verlas recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la
Virgen o los santos. Lo que la S. Biblia prohibe es hacer imágenes para
adorarlas, pero no prohibe venerarlas (porque entonces en ningún país podían
hacerse imágenes de sus héroes y nadie podría conservar el retrato de sus
padres).
San Juan Damasceno decía en sus
escritos: "lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para
los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a
los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen".
Dicen autores muy antiguos que el
emperador León, por rabia contra San Juan Damasceno por lo bien que escribía en
favor de las imágenes, mandó a traición que le cortaran la mano derecha, con la
cual escribía. Pero el santo que era devotísimo de la Sma. Virgen, se encomendó
a Ella con gran fe y la Madre de Dios le curó la mano cortada y con esa mano
escribió luego sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.
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